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jueves, 26 de junio de 2014

Triatlón de Laredo: egocrónica de distancia olímpica

Parte de la representación trirunniana
(todas las fotos son de Julia Fernández)
No había ningún triatlón de distancia olímpica en el calendario que pergeñé a principios de año, pero la suspensión del ExtremeMan de Getxo, el que iba a haber sido mi debut en distancia MD antes de decidiera lanzarme a las aguas de la ría, hizo que me inscribiera hace meses para la prueba que se disputaba el mismo día y tampoco demasiado lejos: el Triatlón Villa de Laredo, un clásico que va ya por la décimosexta edición, aunque ha dejado de celebrarse algunos años.



Llegaba, eso sí, sin ningún objetivo claro. Me bastaba con disfrutar de la cabra, que para eso es una prueba sin 'drafting'. Y luego ver si era capaz de controlarme en la carrera y no llegar demasiado desfondado a los últimos kilómetros. El plan, por tanto, era bastante sencillo. Nadar sin dormirse, apretar en la bici y regularse en la carrera a pie. Parece un plan simple y universal, pero luego siempre pasa algo que arruina los planteamientos por poco sofisticados que sean.

Como se celebraba cerca de Bilbao la afluencia de tritrajes rojos iba a ser numerosa. Tendríamos que dividirnos, eso sí, porque también se celebraba al mismo tiempo el Triatlón de Lekeitio, éste en distancia sprint.

Encuentro con Félix en los boxes. En los tris me toca perseguirle,
y lo hago con fruición
Llegamos con mucho tiempo al puerto deportivo, lo que nos permitió aparcar realmente cerca de los boxes (a menos de doscientos metros, lo que representa sin lugar a dudas la mejor marca de la temporada), comer con tiempo el taboulé que Julia había preparado con la habilidad que le caracteriza y vaguear un rato al sol mientras va llegando la demás gente del equipo, desde balas que van a luchar por aparecer en la primera hoja de la clasificación a debutantes en la distancia. Va a haber de todo y para todos.

Sin más novedad que la de abrasarme las plantas de los pies por caminar descalzo después de haber dejado la bici en los boxes y el laisez faire previo a las carreras, las conversaciones, los piques, las anécdotas... pasa el tiempo hasta que toca meterse en el agua. No demasiado fría. A 19º dicen. Nadaré con un solo gorro. El de la organización, con el dorsal dibujado a rotulador, parece gordito además. El lugar común de todas las conversaciones es la división de la categoría masculina en dos salidas. Que si estás en la primera, o en la segunda. Si al menos nos hubieran ordenado en los boxes por clubes y nos tocara salir a todos juntos...

1.500 m. de natación saliendo del puerto deportivo

Yo soy el que mira para otro lado
Lo de las dos salidas es una pena, porque me deja sin rivales desde el principio. Por muy bien que se me de la natación, voy a salir por detrás de Félix. Y por muy mal que se diera, debería salir por delante de Dani. Así que con esa intención entramos en el agua: la de perseguir a Félix al salir y huir de Dani. Que no es poco.

El circuito de natación es especialmente enrevesado: salimos del puerto por una bocana estrecha, rodeamos una botas en el exterior, bordeamos un espigón, entramos en una pequeña dársena, donde damos la vuelta a un barco y volvemos a la salida. Con tanta vuelta, me parece milagroso que la distancia marcada por el gps se pareciese tanto a la distancia oficial. Sobre todo, con la poca precisión que tiene un dispositivo que dentro del agua no tiene cobertura y llevas en una muñeca mientras nadas. A qué esperaran para llevar un sensor externo que se conecte al reloj y se pueda llevar pegado al neopreno (¿debería patentar esta idea?). Lo único positivo de echarse al agua es el alivio para mis doloridas plantas de los pies. La última vez que miré me estaban saliendo ampollas. ¿Podré correr después?

Camino de la T1
El caso es que ni me puedo creer el tiempo que marca el reloj al recorrer la rampa que lleva del pantalán a tierra firme, donde están los boxes. Oigo a Julia animar (y ahí estaba, véase la foto), pero no la veo. Estoy contento: he bajado de treinta minutos en 1.500 m. por primera vez. No lo había hecho nunca. Ni en piscina. Rami también está animando. Qué cerca están los boxes del agua. Así, sí.

30:06

29:39 para 1.520 m. según mi GPS (1:57/100m)
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38km. de ciclismo sin 'drafting' entre Laredo y Trebuesto (Guriezo)

Después de dejar el neopreno y montar en la bici toca salir del pueblo. Y es cuesta arriba. Bastante cuesta arriba. Pero es al principio y aún hay fuerzas. Me siento cómodo. Un par de días antes salí a hacer una prueba con la cabra y me sentí a gusto después de ajustarla y dejar los cambios un poco más finos. El recorrido es muy simple: subir, bajar, subir, bajar, llanear, vuelta de 180 grados y desahacer el camino. Esto es: llanear, subir, bajar, subir y bajar de nuevo hasta los boxes. 

Basi me adelanta al final de la primera cuesta ¿O era la segunda?. Sería la segunda, quiero pensar. En cualquier caso, había salido en la segunda tanda, cinco minutos después de mí. No veo a Félix a lo lejos (cosa que suponía qué sucedería), y de momento tampoco parece que Dani esté alcanzándome. La mayoría de los compañeros del club había salido en la segunda tanda, así que espero que ninguno más me adelante en la bici. Debería ser capaz de mantener cinco minutos de diferencia. Las plantas me duelen, pero es soportable. Me preocupa más lo que me puedan molestar para el último sector, claro.

El ritmo (para mí) es bueno. Unos pocos me adelantan en las subidas, adelanto a algunos en las bajadas, donde también me adelantan otros pocos (uno de ellos con derrape de rueda trasera en el ápice de la curva incluido). En el llano recupero los puestos que he perdido en las subidas. Ese es el resumen.

Finalmente me cruzo con Félix, pero cómo no sé cuánto falta hasta que yo dé el giro de 180º, no acierto a calcular cuánta ventaja me saca. No mucha. Dos o tres minutos. Si pudiera recuperar hasta quedarme a menos de un minuto en la carrera... En la vuelta hacia Laredo me cruzo con muchos compañeros. A algunos, al ir acoplado con la vista en la carretera, apenas puedo ni saludarlos. ¿Pero cuántos somos?

Ya con los pies fuera de las zapatillas, pero aprovechando
los últimos metros para ir acoplado. Que no se diga.
Sigo apretando en el llano, y me tomo la primera de las subidas de la vuelta (la que va del Pontarrón al Mirador de Liendo) con calma. Pero después de bajar, y tras cruzar Liendo (el kilómetro más llano de todo el recorrido) veo a lo lejos una sombra roja, blanca y negra. Y pienso que puede ser Félix. Cogerle antes de llegar es mucho mejor que cualquier otra cosa planeada. Y aprieto. Quizás no sea. Subo Tarrueza tan fuerte como puedo. Estoy a punto de alcanzarlo. Luego sería dejarse caer para recuperar y... ¡mierda! No es él. Menudo calentón para nada. Al menos me sirve para darme cuenta de que si a esas alturas no me ha adelantado nadie más, al menos no voy tan mal. Efectivamente, ya sólo queda dejarse caer hasta los boxes y correr un poquito.

1:19:07
1:18:41 para 38,29 km. según mi GPS (29,2 km/h)
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9,6 km. de carrera por los espigones del puerto deportivo

El recorrido a pie consta de dos vueltas. Lo único que tengo en mente, vista la experiencia de Bilbao, es regularme un poco al principio. Eso y no pensar en los pies. Me duelen. No pensar en los pies. Sé que debo tomarme con calma los dos o tres primeros kilómetros. Antes de llegar al extremo de una de las vueltas de 180º me cruzo con Félix. Calibro la distancia que me saca. Demasiada como para alcanzarle si no pasa nada extraño. Cuando giro, veo a Pablo, que va un par de minutos detrás de mí. Como él también salió cinco minutos más tarde, en realidad ya va por delante. Me centro en ir a un ritmo cómodo, pero no abandonarme. En hacer mi carrera. Al menos hasta que pase la primera vuelta completa. Una vez que haya completado la mitad del recorrido ya veremos qué hacer. Malditos pies. ¿Por qué no me habría puesto chanclas en su momento?

Avituallamientos abundantes para combatir el calor
Termina la primera vuelta y media y Mikel, que ha venido sólo a nadar porque anda recuperándose de una lesión, me dice que Félix va sólo un minuto por delante y muy cascado. Y claro, acelero. Un poco como un animal. Como un loco. Como un tonto, vamos. Ahora voy a un ritmo que sé que no podré aguantar durante mucho tiempo, pero si es por coger a Félix, valdrá la pena. Al cabo de un kilómetro, Félix sigue sin aparecer, y me vuelvo a dejar ir. La referencia no era demasiado precisa, digamos. Cuando me lo cruzo a falta sólo 1.500 metros para llegar, la ventaja que me saca es sólo algo menor. Pero no voy a llegar. Ni con mucho. Y eso que durante otros cuatrocientos metros me pongo a la estela de Ana Casares, que va como una gacela camino de la victoria en categoría femenina. Ni con esas. Así que me dejo llevar.

En realidad, no está nada mal. El año pasado no conseguí, por distintas circunstancias, bajar de tres horas en un olímpico. Fue por unos pocos minutos, una lesión, unas distancias desproporcionadas... Y en esta ocasión voy a pasar por poco de dos horas y media. Así que no hay queja posible. A falta de cien metros me adelantan dos, que se van esprintando uno a otro. Y claro, me uno a la fiesta. Veo que el primero que me ha adelantado, por su dorsal, es de mi tanda. Le adelanto. Persigo al otro, y entramos como toros en el giro a escuadra que lleva al arco de meta. Casi me estrello contra la rampa bajo el arco. Luego, después de entrar, veo que al competidor al que he esprintado había salido cinco minutos después que yo. Si es que...

41:15
41:17 para 9,47 km. según mi GPS (4:22/km)
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Total
2:33:15
Puesto 140/291 (48/100)

Conclusiones

Las sensaciones son netamente positivas. Sobre todo por los ritmos en cada uno de los sectores, relativamente consistentes. He nadado a un ritmo que me ha permitido rebajar más de seis minutos el tiempo de los olímpicos del año pasado. Y sin que se me hiciera largo el sector. La bici me ha permitido no perder demasiados puestos (ni tampoco ganarlos), pero rondar los 30 km/h en un circuito que no es llano es algo que firmaba desde antes de salir. Y el ritmo de carrera ha sido bueno. Sobre todo, que no he llegado fundido al final. Cansado, lógicamente, pero con fuerzas para cambiar el ritmo en el último kilómetro sólo porque sí. Y al día siguiente tocaba cursillo de natación: el nivel 2 de Total Inmersion. Pero eso os lo cuento mañana, o al otro día.

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