Instagram

martes, 19 de julio de 2011

ESCANDINAVIA 2011: las crónicas (3)

TERCERA PARTE:
FINLANDIA, CÍRCULO POLAR Y CABO NORTE

7 de junio
Lulea (65,58ºN/22,16ºE) - Saarsielkä (68,42ºN/27,42ºE)

SUECIA, FINLANDIA

Renos en una carretera finlandesa
En Finlandia vimos renos
Salimos de Suecia por la misma carretera E4 para llegar a Haparanda y, por allí, cruzar el río Tornio para pasar a Finlandia. Han sido tres días los que hemos empleado en cruzar Suecia de norte a sur. La verdad, nos llevamos una buena imagen del país. En realidad, sabemos que le hemos dedicado poco tiempo, que merece un viaje sólo para recorrerlo, y que además nos hemos saltado sus ciudades más intereantes. Bueno, otra vez será. Además, me gusta dejar flecos, destinos pendientes en los viajes que justifiquen un regreso.

Volvemos a usar los euros y somos de nuevo conscientes del precio de las cosas. Habría sido mejor no saberlo, pero no tenemos elección. En una de las paradas, en una gasolinera, mientras tomamos un café en una terraza, charlamos con un bretón que también sube a Nordkapp sobre dos ruedas. Pero él lo hace a pedales. Tiene que ser un buen viaje si estás entrenado. Seguro que sobre la bici aún saboreas más los paisajes, los cambios de temperatura, de viento.

Estoy emocionado porque estamos a punto de entrar en el Círculo Polar Ártico. Suena lejísimos. Cuando llegamos a Rovaniemi, el parque temático montado en torno a Papá Noel nos decepciona un poco. Demasiado comercial, demasiado poco ártico, poco aventurero... Además hace calor. Mucho calor. Veintiocho grados son demasiados grados para entrar en el Ártico, así que me ofusco y acabo sin camiseta echando pestes del lugar, de los finlandeses, de todo.

Afortunadamente, ya de nuevo en marcha, la placidez del paisaje finlandés -kilómetros y kilómetros de rectas, lagos y bosques- me reconcilian conmigo mismo. No tardamos en ver los primeros renos. Son más grandes de lo que recordaba de mis asignaturas de Prehistoria, y no se asustan con los coches. Si un reno decide que va a cruzar, va a cruzar. Así que mejor frenar y esperar a que atraviese la carretera a su ritmo pausado.

Habíamos reservado un hotel en un centro de esquí junto a un parque natural. Elegir sobre la marcha, de un día para otro, permite aprovechar ofertas difíciles de encontrar de otra manera. Llegamos al hotel, que por momentos parece sacado del El Resplandor, pero cuenta con todo tipo de lujos. Ya en el hotel descubrimos que Finlandia tiene diferente uso horario (es una hora más), lo que explica que en una de las paradas estuviera cerrado una especie de poblado de lapones buscadores de oro en el que aparcamos al azar.

El hotel incluso tiene sauna. Qué mejor sitio para tomar una sauna que la Laponia finlandesa. Pero eso sería después de la cena buffet. ¿La sauna? Demasiado calor. Quizás con una temperatura exterior más propia de la zona uno puede llegar a disfrutarlo. Ahora, creo que efectivamente nunca había sudado tanto en mi vida.

8 de junio
Saarsielkä (68,42ºN/27,42ºE) - Nordkapp (71,17ºN/25,78ºE) - Skipfjord (71,02ºN/25,88ºE)

FINLANDIA, NORUEGA

¡Nordkapp!
¡Cabo Norte!
Cuando dejamos el hotel la recepcionista nos comenta que hemos tenido mucha suerte con el tiempo, que hace muy bueno para montar en moto. Yo, gruñón por naturaleza, le digo que hace incluso demasiado calor para andar en moto cargando con toda la ropa y las protecciones. Se ríe de mí y, mirándome a los ojos, me dice que de verdad he tenido mucha suerte, que no sé lo que estoy diciendo.

Me acuerdo de la conversación con la recepcionista ya en Noruega, cuando, helado de frío, tengo que parar a abrigrarme. Y eso que aún no ha empezado a llover. Habíamos salido de Finlandia por una carretera recta, pero que recorre un paisaje ondulado en una continua sucesión de toboganes. Es la imagen típica del rally de Filandia, con los coches saltando en cada cambio de rasante.

Por primera vez vemos un cartel que indica Nordkapp, nuestro destino. Estamos a unos trescientos kilómetros. Por primera vez, también, en el mapa que llevo en la tapa de la bolsa sobredepósito, aparece Cabo Norte y el lugar donde nos encontramos. Efectivamente estamos ya muy cerca.

En uno de los repostajes, ya en Noruega, nos encontramos con dos motos españolas. Son Carlos y Juan Carlos, un canario y un extremeño, también foreros de bmwmotos.com. Han subido más rápido que nosotros, devorando kilómetros y kilómetros diarios. Hacemos buenas migas. Es agradable volver a hablar en castellano, además. Aún no lo sabíamos, pero encontraremos de nuevo más adelante.

Además del hotel de Saariselka, desde Suecia también habíamos reservado una habitación en el Nordkapp Camping, ya en la isla de Mageroya, a unos treinta kilómetros de Cabo Norte. Pese a la lluvia, y a que tengo los pies helados porque las botas que llevo no son impermeables, decidimos subir. La lluvia se convierte en niebla, y arriba, en el complejo turístico, en lugar de hacerle fotos a la esfera metálica, le hago fotos al GPS del teléfono con la latitud y la longitud. El peaje para entrar da derecho a 48 horas de acceso al parque, así que, sobre la marcha, decidimos que volveremos al día siguiente, que seguro que el tiempo mejorará. Realmente, no es para quejarse, porque en 5.000 kilómetros de trayecto, sólo nos ha hecho malo en los últimos cientos. Será que nos hemos malacostumbrado.

Luego, en el camping, nos encontramos de nuevo con Carlos y Juan Carlos, que están dispuestos a subir a medianoche para disfrutar del sol de eso, de medianoche. Seguro que hay sol. De hecho, ya en Saariselka no anocheció. Seguro que no anochece, pero las nubes impiden su vista, así que desisten de la idea. Al día siguiente subiríamos los cuatro, y tampoco veríamos el sol en Nordkapp.

9 de junio
Skipfjord (71,02ºN/25,88ºE) - Nordkapp (71,17ºN/25,78ºE) - Ovre Alta (69,92ºN/23,27ºE)

NORUEGA

En la isla de Mageroya, ya hacia el sur
En la isla de Mageroya, aprovechando un claro entre las nubes
Las previsiones de mejoría no se cumplen a primera hora de la mañana, pero decidimos acompañar a los dos foreros de bmwmotos.com hasta el cabo, pues ellos al final no habían subido el día anterior. Al final recorremos esos últimos 25 kilómetros entre la niebla, aunque no es ni la mitad de espesa que el día anterior.

Como llegamos antes de las once, hora de apertura del complejo, hacemos tiempo viendo cómo llegan más motoristas. A algunos de ellos los hemos adelantado por el camino o nos han rebasado en las últimas etapas. Una alemana que ha llegado con su veterana Suzuki GS 500 (y a la que vimos la primera vez en la frontera entre Finlandia y Noruega) está tan emocionada que da la mano y saluda a todo el que se le pone delante. Las sonrisas de la gente, pese al mal tiempo, no caben en los cascos. Nosotros hemos cumplido nada más llegar con el ritual de las fotos en la bola metálica que simboliza el punto más septentrional al que se puede llegar por carretera, pero la niebla ha deslucido bastante las imágenes. Para compensar, tienen un verdadero toque ártico.

Después de un café en el complejo y de unas compritas mínimas (pegatinas, un gorro...) nos despedimos de nuestros nuevos amigos no sin antes intercambiar los teléfonos y las direcciones de correo electrónico. Tenemos fotos que enviarnos mutuamente, además.

Luego, en la bajada, cuando aún no habíamos avanzado ni una docena de kilómetros, el cielo se abrió sobre la isla de Mageroya, y pudimos contemplar por primera vez una tira absurda de asfalto que recorre un lugar que nadie en su sano juicio habría colonizado. Obviamente, con la emoción del sol y de las vistas, paramos a hacer fotos casi en cada cuneta.

El buen tiempo fue acompañándonos según bajábamos. En Honningsvag, principal puerto de la isla, repostamos y compramos un par de bocadillos que luego comeríamos en un recodo de la E69, una carretera a la que sé que volveré. Cabo Norte no está mal, de verdad, pero lo verdaderamente bueno son esos doscientos kilómetros que llevan desde la frontera con Finlandia hasta el cabo, especialmente el tramo que recorre la primera línea de costa del fiordo de Porsanger, batido por el viento helado a su paso por el mar de Barents.

Carretera E6 hacia Alta, en la costa del mar de Noruega
Carretera E6 entre el mar de Barents y el de Noruega
Después de deshacer la E69 rolamos hacia Alta a través de una especie de puerto que cruza un altiplano nevado. Qué buena idea haber elegido el principio de junio para este viaje.

En Ovre Alta alquilamos un hytter de lujo (para cinco personas, pero a precio de dos) en un camping que parece sacado de un libro de cuentos de Raymond Carver. Unos holandeses, que vienen de pescar en la isla de Hjelmsoya (al oeste de Mageroya) se han quedado tirados porque se les ha averiado el coche, y esperan haciendo barbacoas y bebiendo latas de cerveza. Es la primera vez que salimos por la mañana con el alojamiento sin reservar. Cruzaremos así toda Noruega, aprovechando además las cocinas de las cabañas para ahorrarnos la cena de cada día y el desayuno siguiente.

Julia cae rendida. Mientras, aprovecho para hacerle fotos al sol de medianoche.

CRÓNICAS (en este blog)

 1  Primera parte: objetivo Escandinavia
 2  Segunda parte: Suecia y su costa báltica

No hay comentarios: