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lunes, 27 de septiembre de 2010

Alpes 2010 (2)

5ª ETAPA (10 de septiembre)
Chateauroux - Chateauroux



Primera etapa circular


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Salimos en dirección Briançon para disfrutar del primer puerto del día: el Izoard. Como hemos dejado las maletas en el hotel, vamos con menos bultos. En realidad, sólo la ropa se queda en Chateauroux, pues entre cámaras y demás, el baúl va a rebosar. Eso sí, no llevamos la sobredepósito. Y, claro, en la sobredepósito van los papeles de la moto. Pero de eso me daré cuenta más tarde, claro.

Después del Izoard, con mucho ambiente ciclista, por cierto, tocaba remontar el Col Agnei, al menos hasta la frontera italiana, donde nos daríamos la vuelta para volver hacia el hotel dando un rodeo por Guillaustres. De esa forma, dedicaríamos la tarde a rodear el lago Serre-Ponçon, carretera con buena pinta que habíamos recorrido casi de noche cuando llegábamos al hotel el primer día.

Después de descender el Agnei, llamado Agnello por el lado italiano, paramos a comer una pizza en una terraza al sol. Al poco, llegó Jochen, un alemán con el que nos habíamos encontrado en la cima del puerto, y nos juntamos a contarnos batallitas y tomar café.

Nos despedimos de él, que seguía su ruta hasta Baviera, y nos dirigimos a completar nuestra vuelta al lago. Por el camino, nos cruzaríamos con un tramo de enlace de un rally de coches clásicos. Ah, estos ricos y sus juguetes.

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6ª ETAPA (11 de septiembre)
Chateauroux - Les Houches



Grandes puertos alpinos del Tour


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La etapa del día se resume fácilmente: Lautaret, Galibier, Télégraphe, Madeleine, l'Iseran, Petit Saint Bernard, Grand Saint Bernard, la Forclaz y des Montets... Más coles, vamos, que en un huerto de Bruselas. Casi quinientos kilómetros de lo más granado del asfalto alpino: origen y destino en Francia, pero cruzando por las esquinas de las Italia (Aosta) y Suiza (Martigny) francófonas.

Afortunadamente, el buen tiempo acompañó. Y tuvimos bastante suerte además, pues para comer dimos con una terraza con una comida buenísima pasado l'Iseran, justo después de Val d'Isère.

Es cierto que el trazado nos permitía decidir en el último momento si acortábamos por el túnel del Mont Blanc, pero al final nos vimos con tiempo y fuerzas de completar la ruta.

Los primeros puertos llegaron rápido. Lautaret, de hecho, es como un hombro en el ascenso al Galibier, del mismo modo que Télegraphe y Madeleine -glorificados por el Tour de Francia- pasan casi desapercibidos comparados con el gigante l'Iseran. Quizás el más desconocido, pero alucinante también.

Mención aparte, los dos San Bernardos. El primero, el pequeño, precioso en su vertiente francesa y más descuidado en la italiana. El segundo, el grande, perfecto en el lado italiano (con la precarga un tanto baja que llevábamos, el caballete rozó en alguna curva). El lado suizo, menos espectacular, pero compensa con la subida de La Forclaz, una ladera con un manto de viñas en pendiente que se remonta en forma de zig-zag.

El col des Montets también es discreto pero da paso al valle de Chamonix, con los picos más representativos de los Alpes a la izquierda de la carretera en el descenso hacia Les Houches.

Nos habíamos ganado la raclette de la que disfrutamos en el hotel. Además, nos ofrecieron una habitación con vistas al Mont Blanc (en realidad a la Aiguille du Midi) por el precio de una habitación con vistas al bosque, que era lo que habíamos reservado.

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7ª ETAPA (12 de septiembre)
Les Houches - Gluringen



A Suiza por el lago Lemán


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Estamos en domingo, y aprovechamos para hacer una etapa, mitad enlace, mitad turística, pero al margen de las autopistas. Aprovechamos el paso natural que abre el valle de Clusaz entre Chamonix y el lago Lemán para ir -envueltos en bastante tráfico y una temperatura cada vez más alta- hasta Thonon y Evian, para ir, a partir de ahí, rodeando el lago por el sur y llegar hasta Montreux, hacerle unas fotos al castillo de Chillon -un antojo que tenía desde hace tiempo-, y de ahí, por carreteras nacionales (pues no habíamos adquirido la vignette para circular por las autopistas suizas) llegar hasta Gluringen a través de Sion, Brig...

Todavía no terminábamos de acostumbrarnos a los horarios tan continentales, y a punto estuvimos de nuevo de quedarnos sin comer por ir a horas que sólo a nosotros nos parecían normales. De hecho, llegamos a asomamos a varios sitios sin que nos dieran nada. Menos mal que al final, una camarera de origen portugués se apiadó de nosotros y pudimos comer en una terraza al borde de la carretera.

El pueblo donde habíamos reservado el hotel resultó ser un encantador lugar de postal, con sus chalés de madera y sus praderas perfectas, alguna iglesia de tejado apuntado aislada en el horizonte... Como el hotel, además, resultó ser muy agradable, decidimos quedarnos dos noches y destinar la etapa del día siguiente a los puertos suizos.

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8ª ETAPA (13 de septiembre)
Gluringen - Gluringen



Puertos suizos a mansalva


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Se veía en el horizonte que el buen tiempo del que habíamos disfrutado no iba a ser eterno. Aún así, confiados en que el día iría levantando según nos acercáramos a los puertos más altos, montamos los bártulos en la moto. Como habíamos prorrogado nuestra estancia en el hotel, salimos sin maletas ni sobredepósito. Además, la situación de Gluringen nos permitía dedicarnos a las partes altas sin tener que hacer ningún tramo largo hasta el comienzo de los puertos, ni tampoco para volver a dormir.

Antes de las diez de la mañana ya estábamos en el Nufenenpass (o passo della Novena, pues conecta con la Suiza italófona). En la cima nevaba y la temperatura frisaba los cero grados.

Después, el San Gotardo. Como no acertamos con el trazado clásico, el adoquinado, subimos hasta arriba por el tramo renovado y desde el hospicio del paso descendimos por la vía romana empedrada hasta Airolo, donde nos dimos la vuelta, volvimos a remontarlo para bajar hasta Hospental también por el trazado antiguo. En Hospental nos tomamos algo caliente, pero a qué precio. Exactamente, cinco ochenta euros por un café y un té. Suiza es así.

Después, la primera de las dos ascensiones del día al Furkapass. Como en el resto de puertos, la cima estaba envuelta por las nubes, pero la mayor parte del trazado estaba bajo ellas.

Desde el Furkapass enlazamos con el Grimsellpass, también con niebla en la cumbre. En el Sustenpass, más de lo mismo, aunque el día iba levantando muy poco a poco. Tanto, que en el segundo paso del Furkapass, al que llegamos con más margen del previsto, nos tiempo a hacer algo de turismo y visitar el glaciar en el que nace el río Ródano. Es el mismo río que pasa por debajo del puente de Aviñón y que habíamos visto casi una semana antes.

El único pero del día, que no conseguimos pegatina del Sustenpass. De todos los demás puertos, tenemos recuerdo. Lo que no sé es si habrá hueco suficiente en la tapa del baúl.

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