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jueves, 20 de agosto de 2009

En ruta: Cambados - Gijón (415 kms.)


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Era Siniestro Total, creo recordar, quien cantaba que en Galicia, la lluvia es arte. Y tanto. Arte intenso, pertinaz, insistente como él solo. Salimos de la casa rural bajo una lluvia suave, comentando la cena del día anterior, y el paseo por un pueblo, Cambados, que nos sorprendió por lo monumental y agradable. Avanzábamos bajo la lluvia, decía. Y eso hicimos durante un buen rato. Hasta Lugo no dejó de llover, y allí dejó de hacerlo durante diez minutos, lo que nos costó atravesar la ciudad en pos de la carretera que había de llevarnos hasta Ribadeo para pasar de nuevo a Asturias. Es verdad que esa etapa la habíamos enfocado desde un primer momento como 'de avance'. De hecho, ni nos salimos de la carretera más que para comer en Mondoñedo -luego vimos en el mapa que en realidad dimos un rodeo para pasar por allí, pero a mí me sonaba y tenía que ser bonito. Comimos en Mondoñedo. En pleno agosto, para que os hagáis una idea, me pedí un caldo gallego. Creo que eso lo resume todo.


Sólo al atravesar Lugo dejó de llover. Fue un espejismo de diez minutos.


La lluvia viajó con nosotros hasta que pasamos a Asturias, ya por la costa. Con los tímidos rayos de sol que alcanzaban a verse entre las nubes, nuestro ánimo subió como la espuma. Lo peor del trayecto había pasado ya: nos encaminábamos alegres a Gijón, dejando que el viento nos secara poco a poco. Mis botas hacía tiempo que habían calado y mis guantes pesaban como unos de boxeo. Problemas del cuero. Por lo demás, el chubasquero por encima del cuero hacía su función, y los pantalones de cordura y goretex cumplían, aunque después de tres o cuatro horas bajo la lluvia continua, comenzaban a dejar pasar la humedad. Pero sin lluvia, todo era distinto, incluso la autopista parecía de repente nuestra amiga. Así llegaríamos por llegar a Gijón sin ningún contratiempo.

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