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martes, 11 de marzo de 2014

Medio maratón de Santander

En casa, antes de salir.
Había llegado el día. El que estaba marcado en el calendario desde hace tanto tiempo con varios asteriscos. Y, por primera vez en este año, las previsiones meteorológicas anticipaban que el cielo de mi pueblo estaría azul y haría, incluso, calor. Más de veinte grados. Y viento sur. Bastante viento sur. Pero bueno, ya metidos en harina, después de que nos juntáramos un buen grupo de gente (amigos de la oficina, amigos de salir en bici, amigos de salir a correr...) no quedaba otra que salir escopetados y bajar de una vez de 1:40, algo que ya intenté en octubre en el medio maratón nocturno de Bilbao y no pude conseguir por un par de minutos. En aquella ocasión sufrí algún atasco al principio, pero es verdad que también llegaba más justo de preparación que ahora.



De izquierda a derecha: Julia, Vini, Gonzalo, Cristian e Ibai.
Sonrientes y nerviosos antes de salir.

Por si eso fuera poco, en Santander Julia intentaría completar su primera media maratón, así que de nervios andábamos servidos por casa. En cualquier caso, el plan era muy simple. Como para bajar de una hora y cuarenta minutos hace falta correr cada kilómetro de los 21.097 metros en menos de 4 minutos y 44 segundos, ese es el ritmo de referencia que fijé en el reloj. De esa forma, en cualquier momento podría saber si iba por encima o por debajo el ritmo objetivo, y cuánto tiempo estaría recortándole a esa marca objetivo. Es la misma técnica que utilicé en el maratón de San Sebastián, pero esta vez los objetivos eran menos conservadores.

Con todo calculado, la idea era salir rápido (cosa que siempre hago de forma involuntaria) para, después de haber superado las primeras cuestas, la que une La Marga con la parte alta de La Alameda y, sobre todo, la Del Gas, llevar un margen que conservar en la siguiente mitad. De hecho, en la salida me coloco entre las liebres de una hora y media y una hora cuarenta. En mi sitio. A ver si así consigo salir con cierta calma. Obviamente, no. Y los primeros kilómetros, pese a la densidad y al giro de 180º junto a las obras del futuro centro Botín, ya estoy rodando un poquito por debajo de 4:30 de media pese a la primera subida. Pero me siento bien y pienso que bueno, que me quiten lo bailado. Además, ahora toca cuesta abajo, y, acordándome de los consejos de Eloy, alargo la zancada. Tanto, que será mi kilómetro más rápido de toda la carrera, a 4:08.

En realidad, sigo acumulando kilómetros por debajo del ritmo objetivo hasta el duodécimo, y para entonces ya tengo más de dos minutos de margen. Los primeros kilómetros por encima de 4:44 son en la S-20, el tramo más descarnado del recorrido, que pica hacia arriba y tiene el viento en contra. Como llegado un momento giramos en redondo, pienso en que a la vuelta de ese tramo, justo en sentido contrario, recuperaré algo. O al menos no perderé más. Es a esa altura cuando me encuentro a alguien con la camiseta del club (Trirunners Getxo). Le saludo, pero creo que él no me conoce y yo tampoco sé su nombre ni si lo conozco en realidad.

Los kilómetros ya pesan. La subida a la curva de La Magdalena se me hace muy dura. Y voy perdiendo margen. Pero sé que después volveremos a bajar. Estamos ya en el kilómetro 18 y el objetivo es perder poco a poco. Muy mal se tiene que dar a partir de ahora para no cumplir el objetivo, pero prefería hacer 1:37 antes que 1:39. Ya puestos...

En meta, mirando el tiempo
Bajando la cuesta del Gas me lanzo desaforadamente. Me duelen los cuádriceps. Mucho. Y, claro, tengo las piernas pesadas. Pero es normal. Después de la cuesta, a lo lejos, se ve el arco de meta. Pero muy a lo lejos. Falta como un kilómetro de Castelar y Paseo Pereda. Perfectamente llano, pero que parece cuesta arriba, muy pindio. Está hecho, me digo. Está hecho. Objetivo cumplido. Sólo un poco más. Y ya está. He pasado el arco de meta, pendiente como siempre de parar el reloj en el momento justo: 1:38:07. Está hecho. Eso es.

1:38:07
Mi preocupación ahora es atravesar rápidamente todo el montaje tras el arco de meta, recoger la mochila con la ropa seca y esperar a que Julia llegue. No la he visto, pese a que la he buscado con la mirada en el tramo en el que los dos sentidos de la carrera van en paralelo. Me pierdo, por la cola del guardarropa, la llegada de Ibai, que bajó de 1:45 (¡mejorando su marca en diez minutos!) y también la de Iratxe y Josemi. Pero veo entrar juntos a Cristian y a Vini. Y sigo esperando a Julia. El reloj del pórtico marca dos horas. Tiene que estar a punto de llegar. Efectivamente. Y lo hace exultante, sin oír los gritos de felicitación que pego desde la valla. Hasta levanta los brazos. ¡Toma ya! La primera media, oiga.

Secuencia de la entrada de Julia

Después de terminar: felicidad


1 comentario:

Pablo dijo...

Pero si Julia entra en meta adelantando gente a tope!!! Enhorabuena.

Para la siguiente hay que empezar a buscar ya el 1:35 :-)