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lunes, 25 de marzo de 2013

Duatlón de Amorebieta




Segunda vuelta del primer sector
El día anterior las previsiones hablaban de cielo nublado y un 50% de posibilidades de lluvia, pero el domingo por la mañana el viento barría el cielo de nubes y el sol anunciaba una agradable mañana primaveral. Pese a todo, en la mochila había metido camiseta de tirantes, de manga corta y manguitos para poder elegir la combinación que me permitiera no pasar frío en la bici sin recocerme en la carrera a pie.

El trayecto hasta Amorebieta es un viaje en tren de menos de media hora, que pasé escuchando música. Por primera vez iba solo, sin la compañía de Julia, que -yo entonces no lo sabía- se había quedado en casa preparándome una tarta de cumpleaños. El tren recorre el patio trasero del paisaje vizcaíno, saliendo por Atxuri y remontando el río Ibaizabal cansinamente. Sujeto la bici a cada traqueteo mientras desenchufo los cascos cada vez que la megafonía anuncia el nombre de la siguiente parada. El único miedo que tengo es que me pase la estación y tener que llegar a Amorebieta en bici con la mochila a cuestas.

Los boxes, en la Plaza
(foto extraída del Picassa de Extremzornotza)
Pronto llego a la zona neurálgica de la prueba. La zona de inscripciones, guardarropía y entrega de dorsales está en el hall de un teatro, al abrigo de una lluvia que al final no aparece, y los boxes en la plaza del pueblo, un espacio cuadrado que parece diseñado exprofeso para los casi doscientos duatletas que allí nos presentamos.

Como he venido solo (eso explica la ausencia de imágenes) me tomo los preparativos con parsimonia. Tengo una nueva mochila en la que transportar las cosas bien organizadas, y puedo desplegarla con comodidad junto a la bici. Las zapatillas de ciclismo junto a la bici (aún no me atrevo a montar con las zapatillas colocadas en los pedales, quizás para la próxima temporada). Además, como había moqueta en la zona de transición se correrá relativamente bien pese a las calas de las zapatillas.

Con la bici en los boxes me dedico a hacer tiempo como un lagarto al sol. El locutor anima la prueba por megafonía, repitiendo cada poco el nombre de los favoritos y el tiempo que falta para que se cierre el control de material, el acceso a los boxes y las salidas femenina y masculina.

La quincena de chicas inscritas son las primeras en salir. Me parece admirable la voluntad de salir a competir durante dos o tres horas en un grupo tan pequeño. Después de la salida femenina, con el resto de participantes ya arremolinados tras la salida, los nervios son ya patentes.

Sector 1

10 kilómetros a pie por el centro de Amorebieta y el parque junto al río
44:33
Puesto 167 de los 178 que finalizaron (191 si contamos 13 abandonos)


En la primera vuelta del primer sector
Como en otras ocasiones, sabedor mi ritmo, me coloco en la parte trasera del grupo, confiando en encontrar un grupo de corredores a los que seguir sin perderlos. Poco después del kilómetro, que los últimos hacemos en cuatro pelados, el grupo se va estirando y partiendo en grupos más pequeños.

Los kilómetros pasan y voy al límite, pero me mantengo. Y disfruto viendo como soy capaz de mantener el ritmo a algunos y, a partir del kilómetro siete, con un pequeño acelerón, alcanzar a dos corredores que llevaba varios cientos de metros por delante. Al final, decido no esprintar para llegar tranquilo a la transición y hacerla con tranquilidad.

Miro el cronómetro y veo que he bajado de cuarenta y cinco minutos. Es mi mejor diez mil de siempre. Ahora sólo quedan unos cuarenta en bici y luego correr otros cinco. Paciencia y tranquilidad.


Sector 2

38 kilómetros en bici con el ascenso a Autzagane y Urrutxua para volver desde Durango por la nacional. Que conste que a mi GPS le han salido 35 kms (aunque quizás apreté el botón antes de tiempo, ahora no recuerdo).
1:24:48
Puesto 154/178(191)



La parte ciclista es cuesta arriba desde el principio. Primero Autzagane, luego un descenso corto y rápido, y más adelante Urrutxua, un puerto tendido que acaba por hacerse largo. Me adelanta una pareja en Autzagane. Intento aguantar a su ritmo unos cientos de metros, pero no quiero desgastarme tan pronto. Lo fío al descenso, pero metido entre el tráfico de coches es imposible recortar terreno y pronto comienza la segunda subida, la de Urrutxua. Por primera vez, no soy un descerebrado sobre la bici, que normalmente es ponerme un dorsal y ponerme a dar pedales como un loco. Subo de forma constante, sin arrenos, y vigilo cadencia y pulsaciones. El ritmo me sirve para adelantar a un par de ciclistas. Quiero reservar energías para la parte llana, donde sé que el esfuerzo, por mi constitución, me rinde más.

El segundo tramo, ya llano después de un descenso enrevesado, transcurre con bastante aire de cara. Voy solo todo el trayecto, hasta que me adelanta un pelotón de cicloturistas que va dándose relevos. Los sigo a unos diez metros de distancia, intentando mantener su misma velocidad, pero sin aprovecharme el rebufo. Sospecho que no es legal si no participan en la competición. Poco antes de llegar a Amorebieta los adelanto y me mantengo unos cincuenta metros por delante de ellos hasta dejar nacional para entrar de nuevo en Amorebieta.


Sector 3

5 kilómetros llanos a pie por el centro de Amorebieta
24:12
Puesto 151/178(191)

Aún tenía el recuerdo de lo duros que se me habían hecho los últimos cinco kilómetros hace quince días. Tardé casi media hora en completarlos, con calambres en los gemelos y padeciendo rozaduras en brazos y torso. Esta vez me había regulado mejor, había comido y bebido algo (un par de geles y medio plátano de un avituallamiento) y, aunque los gemelos estaban en el límite de subirse, por lo menos podía avanzar un ritmo razonable, en torno a cinco minutos el kilómetro. Además, el circuito, completamente urbano y a la hora del vermú, rodeado de público animoso, facilita los ánimos a los corredores.

Se trata de completar tres vueltas muy cortas, que se van demostrando a base de irse colgando collares de diferentes colores que los voluntarios entregan según pasas por contrameta. Cuando tienes dos collares al cuello, en un punto del circuito te permiten girar hacia la recta de meta para finalizar el recorrido. De esa forma, aunque es difícil controlar si quien te persigue está en tu misma vuelta o si tiene sentido perseguir a quien llevabas delante, por lo menos corres en compañía.

Total
2:33:33
Puesto 169/178(191)

En total son veinticinco minutos menos que en Durango, aunque el tiempo total no es comparable. Sí lo son los sectores pedestres, más o menos llanos en ambos casos. Mientras en Durango sufrí durante cuarenta y ocho minutos y medio, aquí tardé cuatro minutos menos y llegué menos fundido al sector ciclista, que era menos duro (y más corto) que en Durango. Por contra, aquí hice todo el sector central sin compañía. En el último sector también tardé casi cinco minutos menos que la vez anterior. Además sufrí mucho menos. Obviamente en Durango subestimé lo débil que estaba por ese catarro/gripe y me pasé de vueltas. Ahora ya sólo quedan dos duatlones sprint y, la cita cumbre de la temporada, Los 10.000 de El Soplao.

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