Ciudadanos (II)

Se retorcían como seres humanos
J. RIECHMANN

Habito el vasto territorio del nómada.
He fregado, se puede decir,
las escaleras del Empire State
con la rodilla, a la vieja usanza,
plegado sobre el trapo.
No puede decirse, sin embargo,
que haya probado
el pan negro en los cuarenta:
yo comía con los cuervos
migas de corteza.
Y así he sobrevivido
mal que bien hasta ayer.
Los que habitamos
sin importar dónde
nos reconocemos. Nos saludamos
sin sacar las manos del bolsillo.
Arqueamos las cejas al cruzarnos.
Así, sin más, tan fácilmente.
El otro día, cuando te vi,
tu rostro me trajo recuerdos
de tiempos peores.
De cuando incineraba corazones.
Y es que yo avanzo sembrando eriales.