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viernes, 27 de octubre de 2006

¿Que en qué pienso?

Me acuerdo de una anécdota que mi padre siempre cuenta de un compañero suyo, médico por tanto, harto de pacientes hipocondríacos y/o con mucho tiempo libre. Consiste en ponerle el fonendoscopio a la altura de las sienes, mirar fijamente a los ojos y decir, con esa voz dejada de médico, a lo digatreintaytrés: "piense; no piense; ahora piense más fuerte", mientras asiente con preocupación y musita "lo que me temía". Y también que ayer en la óptica, la chica que me medía las dioptrías no paraba de repetirme "relaja la vista". Y claro, no sé cómo se hace. Y ahora te preguntarás tú, ¿qué tiene que ver esto? Pues que no sé en qué pienso, y que no sé cómo relajarme. ¿Es grave, doctor?

3 comentarios:

mc clellan dijo...

Espero que no... Yo lo he intentado de todas las maneras. Y de momento, el único remedio que he encontrado me lo ha proporcionado la publicidad: intercambiarme la cabeza con un mono (a ser posible, con una lémur). Lo que no sé yo es si es viable. Porque, claro, con mi habitual habilidad para distinguir copas de árboles y copas de cava... como para ponerse a diferenciar venas y arterias.

Gonzalo dijo...

Creo haberte dicho ya que lo de las copas tienes que hacértelo mirar, pero mejor en víspera de no madrugar. Aunque yo me cambiaría la cabeza por la de un superdirector etcetérico, para tenerla así más nuevecita.

Crapúscula dijo...

si la vida es una sucesión de anécdotas...ya lo decía Woody

(¿en la barra de siempre a eso de la hora de siempre a tomar la sólo una de siempre y volver a casa a rastras como...? lo suponía)