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jueves, 4 de noviembre de 2004

Live vest under your seat


Los que me conocéis, por poco que sea, sabéis lo mucho que me gusta la poesía de Luis García Montero. En ella me refugio de vez en cuando porque -algo similiar sucede con las canciones de Joaquín Sabina- ofrecen esa agradable perspectiva de la existencia en la que se logra la belleza acentuando partes, que por cotidianas o banales, a menudo infravaloramos. Un viaje en avión recordando a alguien, por ejemplo:

Life vest under your seat


[ A Dionisio y José Olivio ]


Señores pasajeros buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,
y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos
kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,
al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violeta
de los amaneceres de Manhattam,
igual que dos desnudos en penumbra
con Nueva York al fondo, todavía
al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.

1 comentario:

Haiduc dijo...

No puedes imaginar lo que me ha gustado. Me paso media vida en los aviones, y la otra media recordando a alguien.