Instagram

lunes, 30 de noviembre de 2015

Retirarse en una maratón

Ayer me retiré de una carrera por primera vez. No me atacó una lesión repentina ni me abandonaron las fuerzas de golpe. No he analizado los ritmos ni las pulsaciones todavía, pero no creo que vaya a encontrar en las gráficas algo diferente de un par de curvas planas que apenas contengan información. Sencillamente no me apeteció seguir corriendo, me aparté a un lado y fui caminando tranquilamente hacia el hotel.

¿Que por qué? En el kilómetro 26, después de dos horas siguiendo a la liebre de 3 horas y 15 minutos, me di cuenta de que la marca que acabaría consiguiendo, en torno a 3 horas y 20 minutos, no justificaba seguir corriendo un rato más. No estaba sufriendo todavía, pero ya no veía viable cumplir un plan que me hiciera ilusión. Hace unas semanas era capaz de correr a esos ritmos sin esfuerzo, y me creía en condiciones de intentar bajar de tres horas y diez minutos. Por ese objetivo, en mi cabeza, sí merecía la pena correr. Incluso sufrir.

Me dicen que he hecho una temporada muy larga, que he completado un Ironman, la Quebrantahuesos y una docena de duatlones y triatlones; que llevo desde febrero con un dorsal a cuestas y que es normal que me suceda esto. Seguro que sí, que también tiene que ver, pero yo estoy más convencido de lo anterior. Que me he pasado de vueltas, y que estoy acostumbrado a hacer cada carrera más deprisa que el año anterior y que no me había pasado antes que estuviera en mejor estado de forma hace un mes que en el presente.

Al menos me queda el entretenimiento de analizar el calendario y tratar de encontrar dónde me he pasado y aplicarlo para el futuro. Porque correré un maratón y me quedaré a gusto con la marca, pero no sé cuándo.

No hay comentarios: