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viernes, 5 de julio de 2013

Triatlón de San Sebastián: debut en distancia olímpica

 ¡Mi primer triatlón olímpico! ¿Que si estaba nervioso? Bueno, un poco. Aunque es verdad que el triatlón de Santurtzi me había servido para tranquilizarme, ya que en el agua me encontré bastante bien, fui capaz de orientarme y nadé más o menos decentemente, en este caso el reto eran palabras mayores. Básicamente porque se trataba del doble de distancia en cada uno de los segmentos. Y, sobre todo, en el agua: 1.500 metros por la Bahía de La Concha, aunque a resguardo por los montes que rodean Donosti y por la isla de Santa Clara. Y es que en realidad sólo había nadado en puertos mucho más protegidos. El recorrido de bici incluía una parte más o menos llana antes de subir al Igeldo desde Orio. En total, 40 kilómetros antes de un diezmil a pie por el paseo de La Concha.



A favor, que el escenario es ideal. Un sábado completamente estival y de ambiente bastante vacacional en San Sebastián, con el Paseo de La Concha a rebosar de turistas, paseantes y triatletas que nos vamos acercando a recoger nuestro dorsal para la prueba del día siguiente. Hace calor y, pese a que me he tomado un par de días de descanso en los entrenamientos, noto las piernas cargadas. Supongo que la tensión de volver a coger un coche cuatro años después de haberlo hecho la última vez también me esté pasando factura. Pero conseguimos llegar al hotel sin más novedad que un poco de callejeo al volante. Después de haber recogido el dorsal y dado un largo paseo, acabamos por encontrar un restaurante de sushi donde cenar. Pronto, a la cama y a pensar en el día siguiente.

El día de la carrera

El día de la carrera el cielo está gris y las aceras mojadas. Ha llovido por la noche y no tiene pinta de que vaya a asomar el sol. Bueno. Así hará un poco menos de calor y no habrá que preocuparse por quemaduras solares. Como la salida es a las nueve y media de la mañana, y el hotel sólo sirve desayunos a partir de las ocho, no da tiempo a desayunar como es debido. La opción es tomarse el cartón de zumo que me dieron ayer en la bolsa de corredor junto a un par de galletitas con chocolate. Vamos, un desayuno ideal. Como no me va a dar tiempo a tomar café, decido echar en la botella el sobre de gel que también regalaban, con sabor a cola y con cafeína. Por compensar, vamos. Viva la dieta mediterránea.

En la cola de verificaciones un juez me obliga a recolocar los acoples para que miren más uno hacia el otro. Afortunadamente llevo la multiherramienta en el bote del portabidones y puedo hacerlo sobre la marcha. Falta tan poco para la salida que salgo de los boxes ya descalzo y con el neopreno puesto hasta la cintura. Ya en la playa, Julia me ayuda a darme crema antirrozaduras y cerrarme el traje, a ver si consigo evitar una rozadura como la que me produjo el neopreno en la nuca durante la anterior puesta. Mientras tanto, las chicas salen tras una salida falsa. Entro en el agua para comprobar que no está demasiado fría (18ºC) y vuelvo a la arena para pensar ya en la salida.

Salida: la natación

Poco después estamos ya todos preparados. Me coloco en la zona central, por la parte de atrás. Tengo clara la línea hasta la primera boya, que hay que dejar a la derecha. A partir de ahí, otras a la derecha y luego, la última, a la izquierda… O algo así. ¿Pero cuántas antes de la última? Bueno, ya, si eso, lo veré. ¡Error! Salimos. Carrerita hasta el agua, saltar un par de olas con estilo discutible, y a nadar tranquilamente. Después de un rato nadando -no sé exactamente cuánto porque me olvidé en casa el reloj con el que controlar el tiempo en el agua-, no estoy seguro de qué boya es la que debo rodear y por dónde. Sigo avanzando, y cuando estoy ya frente al Aquarium, un piragüista me hace gestos con la pala: hacia el otro lado, hacia la playa. Bueno. Pues viramos, y para la proñña, que se ve allá al fondo.

Vuelvo a nadar con gente alrededor. ¿Cuánto tiempo habré perdido con el rodeo? Nunca lo sabré con exactitud. Sigo nadando. En realidad me encuentro a gusto, sobre todo después de darme cuenta de que lo que pensaba que era una medusa que me perseguía continuamente no es más que la espuma que genera mi brazo al entrar en el agua. Estoy llegando ya. De hecho, veo arena bajo mis brazos mientras avanzo. ¿Me podré poner ya en pie? Pues no. Que las gafas acercan lo que está bajo el agua. Así que decido avanzar hasta que veo unos pies posados en la arena. Y sí, me pongo en pie. Prueba superada. Sólo queda correr por el pasillo de gente, que no para de animar. Me siento contrariado por haber perdido tiempo con el rodeo, pero sigo corriendo por la arena.  Las duchas de agua en las escaleras frente al Hotel Londres sirven para quitar la arena de los pies, que es una de las cosas que me intrigaba. El día no parece que vaya a levantar. Casi mejor. Porque dos horas todavía a pleno sol pueden ser una tortura.

Sector 1
36:38 
(puesto 670 de 733 que finalizaron)
91/100

Los boxes donde están las bicicletas son mucho más largos que los de cualquier otro triatlón en el que haya participado. De hecho, se tarda más de un minuto en llegar desde la orilla del agua hasta la bici. Bueno, así llegaré menos desorientado al momento de quitarme el neopreno, del que ya he conseguido sacar los brazos mientras corría por la playa para que el agua dulce me quitara algo del salitre del cuerpo. Julia, además, me avisa desde fuera de dónde tengo la bici. Me quito el neopreno sin contratiempos, salvo porque veo que no está la toalla que había dejado junto a las zapatillas. Me pongo casco, calcetines, zapatillas… Un trago y para adelante.

T1: 3:53

A pedalear

Se supone que el recorrido de bicicleta es llano salvo por el alto de Mendizorrotz, pero a los dos minutos me encuentro de pie sobre los pedales en un repecho que ya me hace plantearme si meter el plato pequeño. Por suerte es un repecho corto, pero el callejeo por el sur de San Sebastián es todo menos cómodo: curvas a escuadra y continuas cuestas arriba y abajo. Después de otro par de repechos menos duros, nos dirigimos a Orio por un trazado rápido. No termina de llover, pero el cielo está muy cubierto, y apenas se intuye el sol entre unas nubes densas que se encuentran a poca altitud.

Ruedo solo la mayor parte del tiempo. Sigo sintiéndome culpable por el tiempo perdido en el agua. Si hubiese salido un poco mejor seguro que me habría costado menos encontrar un grupo. Al final acabamos por juntarnos media docena de ciclistas, pero comienza ya la subida al Igeldo desde Orio y ahí no hay ya grupo que valga.

El ambiente en la subida es de postal: una carretera estrecha pero bien asfaltada que escala entre la niebla. Adelanto a algunos, otros tantos me adelantan. Algunos llevan (¿llevamos?) ya mala cara y ascienden a golpe de riñón. Algo más arriba estamos dentro de la nube y llueve. Quiero ponerme de pie en las rampas más duras (en la altimetría hay algún tramo corto al 14%) pero la rueda trasera patina y no queda más remedio que volver a sentarse. Voy regulando de forma conservadora: no quiero desfondarme si luego tengo correr diez kilómetros.

Tras unos minutos de subida le pregunto a un ciclista si queda mucho. Me dice que no, que estamos ya arriba. Así que aprieto, porque me encuentro muy entero, y adelanto a varios en el último tramo, más tendido, antes de la bajada, técnica y condicionada por la niebla. Apenas veo con las gafas. En realidad, sólo hay un par de curvas peligrosas. Aprieto en la salida de los giros y luego me dejo caer, pero eso me sirve para ir ganando espacio. Hasta que el descenso termina abruptamente. Cuando quiero darme cuenta, estamos pasando junto al hotel donde dormimos, y eso está relativamente cerca de los boxes. Efectivamente, porque allí está la juez con la bandera marcando la zona donde debemos bajarnos de la bici. Tengo que frenar de golpe porque el corredor que va delante de mí se tambalea al bajarse y casi se va al suelo. Libro la caída con una bajada más brusca de lo ideal, pero estoy ya camino de dejar la bicicleta.

Sector 2
1:32:57
(puesto 604 de 733 que finalizaron)
82/100

La segunda transición es muy simple: quitarse el casco, ponerse las zapatillas (que con los cordones elásticos no es más que meter el pie), decidir si te dejas puestas las gafas o si necesitas una visera. Eso y darle la vuelta al cinturón que sujeta el dorsal es todo. Y sólo con eso, se tarda dos minutos desde que se entra hasta que se sale.

T2: 1:59

Y ahora, a correr

El recorrido a pie consiste en tres vueltas entre la meta y un extremo del paseo marítimo, donde está el club de tenis y se hace un giro de ciento ochenta grados. Al comenzar a correr el circuito está lleno de gente. En la pista, corriendo, y también animando. Da gusto. No me encuentro mal y busco un ritmo cómodo. Como llevamos chip no se indica de ninguna manera en qué vuelta está cada competidor. No será hasta la tercera vuelta en la que uno sepa si merece la pena el calentón de adelantar al que llevas delante. Además, a partir del kilómetro cinco o así me da el flato. Tengo que bajar el ritmo durante un par de kilómetros. Me entretengo viendo la diferencia entre los puntos kilométricos fijados por la organización y lo que marca mi gas. Por primera vez la distancia no parece más corta que la real.

Llego hasta la tercera vuelta con un ritmo más lento de lo que tenía planteado, pero llega un momento en el que soy consciente de que ya no me duele el flato. Veo a un corredor a lo lejos y me propongo alcanzarlo. Aumento el ritmo paulatinamente. Me convenzo de que seré capaz de ir más fuerte durante el último kilómetro. Acelero hasta 4:20", cuando llevo una carrera como para 4:45" o así. Y, efectivamente, en el último tramo adelanto a algún participante más, lo que me sirve para cruzar la meta con mejor sabor de boca. Veo a Julia cuando paso bajo el arco. Está haciendo fotos y animando.

Miro el reloj del arco para saber cuánto he tardado en total, pues aún no sé cuanto tiempo pasé nadando, pero el marcador está averiado. Por lo que me cuenta Julia alguien se lo llevó por delante y el arco se fue al suelo. Le pregunto cuánto tardé en el agua y calculo, sumando los tiempos de la bici y el correr, que sí sé porque llevaba cronómetro, que habré tardado en torno a tres horas, pero que no es seguro que haya conseguido mejorar esa marca. En cualquier caso el único objetivo era terminar, y eso está cumplido.

Sector 3
45:56
(puesto 538 de 733 que finalizaron)
73/100


Total
3:01:02
(puesto 681 de 733 que finalizaron)
93/100


1 comentario:

Blanca Bk dijo...

Don Gonzalo, tiene usted toda mi admiración. ;) Guau!!! :D