Instagram

domingo, 10 de marzo de 2013

Duatlón de Durango: resistir es acabar


 
 
Las zapatillas
Las zapatillas, en el cuadro

La sentencia que popularizó Cela, el que resiste, gana, queda un poco a desmano en este caso. Y es que llevaba más de una semana con una especie de gripe, o catarro, o qué sé yo, que me había dejado baldado, vacío, con fiebres y mareos esporádicos. Es cierto que había mejorado algo, pero aún no estaba curado en el momento de salir. No pensaba que fuera a estar tan fundido antes de empezar: apenas podía respirar por la nariz, y me cansaba sólo de caminar. Quizás si respiraba por la boca...

Llegando al control de material
Llegando al control del material
Habíamos llegado a Durango en tren. Con tiempo de disfrutar el ambiente. Además la prueba era el Campeonato de Euskadi de distancia corta, había casi trescientos inscritos y transcurría por paisajes muy recomendables. La distancia era el doble que la de la prueba anterior (Barakaldo) y la bici no era exactamente llana, pues incluía las subidas a Axpe y Kanpazar.

Dejando la bici
Preparando el box
Después de las comprobaciones de la bici y el casco, y constatar que los acoples no sobresalen más allá de las manetas de freno, me dan el OK y dejo la bici con las zapatillas al lado. El casco y las gafas se encajan en los soportes así que los dejo sobre el manillar. Pese a que sopla viento, no parece que pueda caerse. Después, a la zona de salida. En lugar de un cuarto de hora, salimos sólo cinco minutos después que las 17 chicas, pero por la pinta que tienen, no creo que coja a ninguna de ellas.

Primer sector

Salida
¡Salimos!
Son dos vueltas de cinco kilómetros a un circuito que va del centro a la zona del campo de rugby. Al final de la primera vuelta se atraviesa la zona de boxes, pero no se puede coger ni dejar nada. El trazado, al contrario que otros años, es totalmente llano. Y no son los ocho kilómetros de otras ocasiones.

Acabando la primera vuelta
Acabando la primera vuelta: kilómetro cinco
¡Y salimos! Me he colocado en la parte trasera del grupo. Aguanto a cola de la parte compacta el primer kilómetro y medio. Luego veo que se me van escapando poco a poco. Por detrás de mí viene media docena de corredores o así. No voy bien. Me ahogo, tengo ganas de vomitar y me meo. Siguen escapándose poco a poco. En un recodo del recorrido veo que cuatro van por detrás. Uno de ellos, el que va con las bicicletas del cierre de carrera, es un venerable veterano.

En el avituallamiento intento beber pero apenas puedo tragar, como si el agujero por el que tuviera que pasar el líquido tuviera un diámetro menor que de costumbre.

Llegando a la T1
Llegando a la T1
He pasado la primera vuelta con más pena que gloria. Mi ritmo sigue bajando. La idea de hacer 47 minutos en el primer sector se va convirtiendo en una quimera. Quizás vaya a acabar más bien en torno a 50. Se me está haciendo muy largo. Más allá del campo de rugby, consigo vomitar un poco y mear. Me siento más aliviado que mejor, pero he perdido al compañero con el que corría. Otro puesto menos.

La bici

Llego fundido a la transición, un minuto detrás del corredor que me dejó cuando me tuve que parar. Monto en la bici y al girar el portadorsal para dejar el número por detrás se me rompe la esquina por la que estaba sujeto. Lo llevaré colgando de uno de los lados durante todo el sector ciclista.

Saliendo de la T1
Dejando la T1
En la bici me siento mejor. Colocado sobre los acoples, me noto rápido. Al menos no es tan agónico como correr a pie. Me pongo como objetivo alcanzar al corredor que me ha adelantado un kilómetro antes de llegar a la transición. Y lo consigo antes de la subida a Axpe.

A partir de ahí iremos juntos los dos. Nos ponemos al día: es el segundo duatlón para ambos, y me recuerda de Barakaldo, que le pasé en uno de los grupos ciclistas. Creo que hoy le tocará desquitarse.
Pasamos Axpe, la variante de Elorrio y estamos ya subiendo Kanpazar. Ya calientes, no es terrible. Salvo por el viento, pero eso es para todos igual. El paisaje, en cualquier caso, es memorable. El sol se asoma entre las nubes y el paisaje del duranguesado parece una postal sudorosa. Me prometo volver a subir este puerto en otras circunstancias más tranquilas.

Después de coronar Kanpazar hacemos un giro de 180 grados y para abajo. En el descenso seguimos yendo rápido y poco después de terminar la bajada vemos a un ciclista a lo lejos. A toda velocidad, mientras descendemos, el dorsal aletea y me golpea los riñones hasta hacerme daño.

Hemos alcanzado a un ciclista y ya somos tres. Se pone a rueda de nosotros y seguimos avanzando. El gemelo derecho comienza a acalambrarse e intento estirar mientras pedaleo. Apenas lo consigo. Correr va a ser doloroso, me temo. Todavía alcanzamos a un cuarto poco antes de entrar en Durango. 

Últimos cinco kilómetros

Entramos en boxes y dejamos la bici. Salgo el tercero de la transición, pues me paro a reenganchar bien el dorsal. El gemelo derecho me tira como si tuviera un anzuelo enganchado. Le doy tres golpes con el puño y voy avanzando. Soy el más lento de los corredores: los dos que llevo delante se me van escapando y el que viene por detrás, se acerca. Es inevitable que me adelante. Y eso sucede a tres kilómetros de meta.

Estoy corriendo a paso de tortuga, dolorido y con los ojos cerrados por el sol que me da en la cara. Quizás aún pueda hacer menos de tres horas. Eso me sirve como objetivo y para mantenerme concentrado mientras corro.

Me siento pesado. A cada paso noto como caigo con todo el peso sobre cada pie. Ni antepié y lanzarse con los dedos ni nada parecido. Toda técnica es una cosa de otro mundo. Quiero estirar las piernas, alargar la zancada... pero cada vez que lo intento el gemelo me avisa de que no me lo va a permitir. Esto es más parecido a caminar que a cualquier otra cosa, pero sigo avanzando, convencido de que soy el último de mi categoría, pues soy consciente de que el veterano sigue detrás. Finalmente llego a meta en dos horas y cincuenta y ocho minutos. Bueno, el siguiente saldrá mucho mejor, casi seguro. Total, peor no se puede hacer.

Meta
En meta
PS. Las fotos de este post son una nueva aportación de Julia a la causa. 

>> Galería de fotografías del Duatlón de Durango 2013 (flickr de Julia)

No hay comentarios: