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Habíamos reservado una noche en Fuente Dé pero, fieles a neustro estilo, no íbamos a ir por el camino ni más directo, ni más corto, ni mucho menos más llano. Es lo que hay. Así que salimos de Bilbao camino de Espinosa de los Monteros (Burgos), desde donde, a través de Las Machorras, y ya en la zona pasiega burgalesa, pasaríamos por el puerto de las
Estacas de Trueba (1.186 m.) [
BU-573 +
CA-631]hasta la Vega de Pas.
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Julia hace fotos en Estacas de Trueba |
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Estacas de Trueba: vistas de la zona pasiega de Burgos desde el puerto |
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Estacas de Trueba: detrás de esa curva está Cantabria |
Desde La Vega, en lugar de continuar el descenso por el valle hacia el norte, rolamos hacia el oeste para llegar a Emtrambasmestas y, de ahí, remontando el
Puerto del Escudo (1.011 m.) [N-623], bordear el Pantano del Ebro por el sur y, por el paso de
Palombera (1.260 m.) [CA-280], entrar de nuevo en la Cantabria más boscosa: la reserva del Saja. En el descenso de Palombera, a la altura del Balcón de la Cardosa, aprovechamos que corría un poco el aire para parar a comer. Previamente, en Fontibre, habíamos comprado un par de botellas de agua.
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El Balcón de la Cardosa, nuestro comedor con vistas |
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Estatua en el mirador |
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Vistas desde el Balcón de la Cardosa |
Luego continuamos el descenso hasta poder volver a girar de nuevo hacia el oeste y, a través de la
Collada de Carmona (611 m.) [
CA-182], pasar a la zona de Puentenansa.
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Carmona vista desde un mirador que desciende de la Collada (Asomada del Rivero) |
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Motoristas de paso mientras contemplamos las vistas |
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Disfrutando de la vista de Carmona |
El siguiente paso es el de
Ozalba (548 m.) [
CA-282], que nos da acceso al valle de Lamasón. Aquí las tormentas se oían ya relativamente cerca y nos cayeron las primeras gotas, aunque no llegó a descargar con fuerza encima de nosotros. De todas formas, habría sido bien recibida una tregua del termómetro.
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El valle de Lamasón |
La agradable parada en el pueblo de Julia nos permitió ver cómo llovía con fuerza sin casi llegar a mojar el suelo.
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Piqui se asoma asustada por el objetivo de la cámara |
Del pueblo saldríamos hacia el collado de
Hoz (675 m.) [
CA-282], previo desvío al Mirador de Santa Catalina, que ofrece unas vistas fabulosas del extremo sur del
Desfiladero de la Hermida [
N-621]
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Vistas desde el Mirador de Santa Catalina |
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El mirador es un balcón asomado al vacío |
Desde ahí, bajando al pueblo de La Hermida, el camino hasta
Fuente Dé (1.000 m.) [
CA-186], a través de Potes, es evidente. Liébana, como de costumbre, es una de las partes más cálidas de Cantabria. Es el famoso microclima, propio de zonas rodeadas por montañas tan altas.
Al día siguiente, después de un paseo mañanero para contemplar el Circo de Fuente Dé, el sendero de los Tornos de Liordes y la Canal de la Jenduda -recuerdos de mis tiempos montañeros- descendimos de nuevo hasta Potes, lo que nos permitiría ascender
San Glorio (1.609 m.) [
N-621], un puerto ya con vistas a los Picos de Europa.
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Al loro con los collares de bisutería que se gastan los perros de la zona |
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Mirador antes de llegar al paso de San Glorio |
También tomamos el desvío hasta el
Collado de Llesba (1.679 m.), que ofrece buenas vistas de los Urrieles (macizo central de los Picos de Europa).
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El camino que lleva al Coriscao desde el collado de Llesba |
De nuevo, asaltados por el calor, descendemos hasta Portilla de La Reina, donde, a través del puerto de
Pandetrave (1.562 m.) [
LE-243], se puede pasar a Valdeón -uno de los valles leoneses a los pies de los Picos- y, de ahí, por
Panderrueda (1.463 m.) [
LE-244] y el
Pontón (1.280m.) [
N-621]descender al
Desfiladero de Los Beyos y llegar a Cangas de Onís.
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Vistas desde Pandetrave. Se distingue el Collado Jermoso |
Antes de llegar a Arenas de Cabrales, paramos a comer sentados en un murete con vistas.
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Comida con los pies colgando |
Continuamos el descenso, aunque aprovechamos la parada en el Pozo de la Oración para contemplar tranquilamente las caras norte y oeste del Urriello. De nuevo, recuerdos de mis tiempos de escalador.
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Pico Urriello desde el Pozo de la Oración |
El tiempo se nos iba echando encima, así que acortamos por autopista el trayecto entre Unquera y Liérganes, donde nos salimos de nuevo a las carreteras de menor entidad para remontar el valle del Miera y subir al
Portillo de Lunada (1.350 m.) [
CA-643], donde aprovehcamos la brisa que corre en los puertos de montaña para guarecernos del calor antes de empredner el tórrido descenso hasta un Bilbao en fiestas.
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Parada en el ascenso del Portillo de Lunada |
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Descansando a la sombra en Lunada |
La anéctoda de la jornada fue que nos pararon para hacernos soplar en una cuneta, pero antes de que llegáramos a enseñar los papeles, nos hicieron marchar porque algunos de los coches de delante habían dado positivo, y entre que los detenían y no, nos iban a tener parados allí al sol, como trabajo pendiente acumulado. Así que, sin más novedad, ahora sí, que llegar antes de que la tormenta agosteña de rigor descargara, llegamos a casa.
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