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viernes, 30 de enero de 2009

Back to basics

He comprado una moto para uso diario. ¿Otra? Sí, otra. Es una bicilíndrica con pretensiones deportivas (de las de entonces), diseño algo clásico: con carburadores, motor puntiagudo, carenado con líneas rectas... En concreto, para el que siglas como ZZR, CBR, YBR, ZXR, YZF y demás le diga algo, se trata de una ZZR 250. Pequeña, con un tubo de escape a cada lado. Como tiene que ser, vamos. Es un diseño que, al margen de pequeñas modificaciones, tiene ya dos décadas.

El caso es que se la compré a un chico encantador de San Sebastián, y el día que la traje a casa fue ese del gigatemporal. Los que seáis de por aquí cerca recordaréis de qué día hablo. Un día, obviamente, de perros para ir en moto. Tanto, que la moto nueva, ha sido bautizada como 'Sensuikan', palabro que significa submarino en japonés. Eso os servirá para os hagáis una idea.

Y así que me cogí una mojadura de escándalo, mojadura que mi supermóvil no pudo resistir. Y en estas ando, en una vuelta a los básicos de la tecnología, con mi viejo y clásico Motorola blindado, cargando la batería de la cámara de fotos que ya no utilizaba porque el extinto móvil tenía cienes de megapíxeles, buscando una agenda electrónica y volver a los tiempos de la Palm.

Quién lo iba a decir: en 2009, con cámara de fotos al margen del teléfono, starter, y otra vez sin agenda, ni GPS ni indicador de gasolina. Por no tener, no tengo ni reloj a mano, y es que el móvil viejo tiene rota una de las dos pantallas, la exterior). No sé a dónde ni cuándo llegaré, pero será sonriendo. Feliz año a todos.

1 comentario:

mc clellan dijo...

El destino nunca ha sido lo importante.