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viernes, 11 de noviembre de 2005

Conversaciones de ascensor

Noviembre tiene días fríos, de pensiones depauperadas como la dentadura de un anciano. Me gusta que llueva, pero me cuesta acostumbrarme y recordar que me gusta. Me encanta el frío; sirve para que me acuerde que lo poco que me gusta el calor. Parece, por fin, que no va a dejar de llover nunca. El metro, como el resto del año, sigue con horario de invierno. Las chicas sonríen debajo de las bufandas. Será porque no llueve. Hoy, por primera vez, he visto en la estación de autobuses a una chica con guantes de lana. He sonreído. Después la he imaginado durmiendo con pijama de franela y se me ha borrado la sonrisa.

3 comentarios:

Crapúscula dijo...

El invierno no llega, tú lo escribes.

Qué grande jefe.

Me encanta esta estación, las trenkas, las primeras nieves, la noche larga, la niebla bajando del monte y el vapor escapando de las bocas de los camioneros en las estaciones de servicio. El café caliente. El libro.

Impagable estación.

mc clellan dijo...

Puestos a imaginar, imagina que tiene calefacción en casa... Que tu bufanda huele a su perfume... Que templa tu nariz helada a besos...

Anónimo dijo...

La oscuridad de frente cuando sales del trabajo, el frio que no te deja vestirte como quieres, el agobio del paraguas, los charcos, la baldosa rota que no avisa y te salpica sin remedio, la lluvia en la ventana golpeando el cristal y tus recuerdos...

Vuesto invierno es de película, deliciosas secuencias para cerrar los ojos y dejarse llevar