Lo leí el otro día en La Contra de La Vanguardia, en una entrevista a un locutor de radio argentino. Contaba una historia que resumía la condición humana. En resumen era algo así: el diablo tentaba (en el sentido taurino, no en el de la tentación, claro) a un hombre preguntándole si le vendería su alma. El hombre preguntaba entonces cuánto le ofrecía, a lo que el diablo le replicaba que no era necesario: su alma ya le pertenecía.
1 comentario:
Tu post me ha recordado un capítulo maravilloso de los Simpsons en que Bart le vende su alma a su amigo Milhouse. Le firma una hoja de papel y así pierde su alma. A partir de ahí la vida de Bart es una auténtica pesadilla: no se refleja en los espejos, los gatos y los perros le ladran...
¿Será verdad que tenemos alma? Cada vez que veo ese capítulo (soy adicta a los Simpsons, qué le vamos a hacer) me lo planteo...
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